jueves, 18 de octubre de 2007

EN EL AÑO DE LOS DERECHOS INDÍGENAS, LOS ARGENTINOS... ¿NOS PREGUNTAMOS DE DÓNDE VENIMOS? 1° parte

Los jóvenes argentinos entre 25 y 30 años, cada vez más nos acostumbramos a no dejar de sentir cierto escalofrío cuando escuchamos en las noticias, que las Abuelas de Plaza de Mayo recuperan un nieto secuestrado o nacido en cautiverio, o que las Madres de la Plaza han sabido de algún hijo “aparecido” en España.Muchos de los nietos encontraron su verdadero origen gracias a que tuvieron la valentía suficiente de preguntarse... ¿De dónde vengo? ¿Cómo llegué realmente aquí? ¿Adónde pertenezco?, puesto que sostienen algunos historiadores y filósofos que para comprender nuestro camino y sentirnos completos en la meta, primero debemos saber de dónde venimos.
Por la desgraciada historia contemporánea de nuestro país, a esa pregunta la dejamos trunca en 30 o 60 años atrás, con saber eso nos conformamos y somos más que felices; pero el historiador uruguayo Romero Rodríguez nos invita en un artículo de la BBC NEWS del 20 de marzo de este año, a indagar un poco más allá diciendo que “Muchos de nuestros adolescentes y jóvenes no saben que sus raíces están ubicadas en un continente que dio origen al género humano”, con esa premisa comencé a hacer preguntas y llegué a la noticia de que yo misma soy de ascendencia afro-indígena-paraguaya de parte de mi padre, develando todo un mundo de historias funestas que nos avergüenza reconocer y enfrentar. Seguramente como yo, muchos se sorprenderían de saber que son descendientes de mensúes indígenas y esclavos africanos libertos, ya que la mayoría orgullosa pregona su ascendencia europea.
Esto a algunos nos demuestra que la filosofía de la Civilización y Barbarie del siglo XIX sigue enquistada en nuestro ser, ya que nos agravia lo negro, nos abochorna lo indio y en nuestro inconsciente colectivo deseamos no tener relación con ellos.
Para muchos la blancura de la piel continúa marcando un estrato social diferente, pues en muchas haciendas o zafras, un hombre indígena cobra hasta cinco veces menos que su compañero criollo, o no cobra, de por sí obviamente las mujeres y niños que trabajan acompañando a sus esposos ya ni cobran. La mujer en el campo siempre se vio en el rol de asistente o ayudante del hombre, al igual que sus niños. En ella la discriminación es doble, en sentido sexista y racista, relegándola en las haciendas a trabajos domésticos siendo vulnerable siempre a ser objeto de abusos sexuales, la mayoría de las mujeres aborígenes en estas condiciones trabajan prácticamente las 24 horas, levantándose antes que todos para preparar las faenas del día, y acostándose después que todos, para ver que todo esté en orden, a cambio solo de alimento, vestido y algún pan de jabón, como si ella fuera parte del mobiliario.

Si se habla con algún hacendado o capataz (patrón) afirman hasta con orgullo que cuando compraron las tierras se encontraron con un chocerío en ellas, y como en el tiempo de la gleba, suponen que la aldea indígena es como un bonus extra que adquieren al comprar la propiedad, una propiedad que no se tuvo que poner en venta nunca, ya que es patrimonio histórico-cultural indígena y deja en relieve la absoluta omisión del Estado en estos asuntos. Así pues los nuevos propietarios se creen con derechos sobre sus trabajadores comprados, dando alardes de generosidad exclamando que permitieron que se quedaran en ese lugar pero solo a cambio, claro está, de trabajo. Y que para resguardarlos les pagarán en especie, con ropa, comida y el derecho a quedarse allí, protegiéndolos de que incurran en vicios como el alcoholismo u otros nocivos para la salud, o de que los engañen y les roben. Les cobran con trabajo y sangre por el derecho de permanecer en tierras que ancestralmente son suyos.

La discriminación reinante en nuestra sociedad “civilizada”, está marcada a fuego y es una de las causas del pisoteo de derechos de generaciones enteras, es una de las causas de la trata de personas y el trabajo forzoso de indígenas en Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina.
¿En qué momento dejamos todos los hombres de ser iguales para pasar uno a ser superior y más poderoso que el otro?Afirma Rousseau que hay más diferencias entre dos hombres que entre un hombre y una bestia.

“Cuando el hombre empezó a mirar a sus pares y querer ser mirado él mismo y la estimación pública tuvo un precio. El que mejor cantaba o bailaba, el más hermoso, el más fuerte, el más diestro o elocuente fue el más considerado, y éste fue el primer paso hacia la desigualdad entre los hombres”.
“Mientras los hombres se contentaron con sus rústicas cabañas, mientras se limitaron a tener vidas simples, alimentados y vestidos por lo que la naturaleza les proveía, mientras sólo se aplicaron a trabajos que uno solo podía hacer y a las artes que no requerían el concurso de varias manos, vivieron libres, sanos, buenos y felices en la medida en que podían serlo por su naturaleza; y siguieron disfrutando de las dulzuras de un trato independiente. Pero desde el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro; desde que se advirtió que era útil a uno solo poseer provisiones por dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, el trabajo fue necesario y los bosques inmensos se trocaron en campiñas que fue necesario regar con el sudor de los hombres y en las cuales se vio bien pronto germinar y crecer con las cosechas la esclavitud y la miseria humana.”

Así el hombre vio la ventaja de hacer dinero con otros más débiles, como cuando en 1498 Cristóbal Colón se encontró en el aprieto de responder a la corona católica de España pero ya no tenía como, no había oro suficiente en las islas, pero vio oro de otro color de otra textura; oro líquido del color de la sangre. Comenzó a exportar indígenas como esclavos a Europa, causando una gran conmoción, pues estas nuevas criaturas de cabeza emplumada y lampiños no eran católicos y no tenían alma. La excusa perfecta para entrar a África a la cacería de esclavos negros para traer a América, pues en menos de un siglo al menos un tercio de la población autóctona total de nuestro continente había sido exterminada, se necesitaba sangre nueva y fuerte, el cuerpo del indio no resistía los duros embates del trabajo forzado. De todas formas la trata de personas ya había sido establecida antes de la llegada de los europeos a las islas del Caribe, se cree que la venta de jóvenes africanos a Portugal, España e Italia estaba en boga en esos días, países enteros sufrieron siendo “víctimas de la moda”.
Las correrías y el sistema de encomiendas continuaron masacrando al pueblo originario de nuestro continente en haciendas, zafras y minas.

Parecería que esto fuera historia antigua pero no es así. El trabajo forzoso, trata y esclavitud de indígenas en Sudamérica sigue siendo una realidad que hay que sacar a la luz y combatir, <... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez... > (Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva en la ciudad de La Paz, 16 de julio de 1809) Expresa con esta cita Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina un profundo sentimiento parecido al desasosiego, a la impotencia de ver como se degrada toda una sociedad entera, y más allá...
Como en vez de avanzar, retrocedemos una y otra vez sobre nuestros nefastos pasos, y como los hombres y mujeres de bien que supuestamente somos, deberíamos pedir perdón. Aunque para muchos esa palabra no significa nada. Deberíamos decir “lo siento”, siento lo que sucede a nuestro alrededor, y conforme a esto no puedo no hacer nada. Es difícil sentir como propios los errores ajenos, más aun si no son de nuestros tiempos, pero no es cuestión de martirizarse es cuestión de sentir el sufrimiento, hacerse carne del de al lado y agregar un grano en la tormenta de arena de la revolución que se levantará para dejar atrás estos actos inhumanos, que sirven para que muchos que están arriba sigan manteniendo su lugar.
Tenemos como regla general callar y cerrar ojos y oídos con tal de tener oleoductos para hacernos nuestro café de la mañana, toneladas de papel para panfletos o hermosos muebles de caoba, quebracho y algarrobo.
Según la O.I.T. son más de 5.000 las poblaciones indígenas estimadas a escala mundial, la mayoría de ellas se encuentran desprotegidas y en riesgo de extinción, muchas con ningún contacto o muy reciente contacto con el “hombre blanco”. Se encuentran relegadas a la marginación y el olvido, fueron muchas desarraigadas de sus tierras ancestrales, gracias al resultado final de políticas gubernamentales totalmente discriminatorias, distintos conflictos armados e intereses económicos privados.
Al despojar a las poblaciones indígenas de sus recursos de vida tradicionales, deben pasar por un duro proceso de adaptación a un monstruo capitalista de metrópolis cada vez más grandes y vertiginosos, y un sistema económico de créditos que se devora todo a su paso. El analfabetismo, la pobreza extrema, las enfermedades y el poco contacto con personas de otras razas los hace vulnerables a la violencia y explotación.
La discriminación es la puerta del olvido, que permite que muchos se crean superiores, tanto así que al decir que la explotación y hasta venta de niños indígenas es un comercio, no sorprende ni indigna lo demasiado como para que las autoridades o cualquiera hagan algo.
Muchas comunidades indígenas (con nulo contacto con la codicia del hombre y su capitalismo globalizado, que tiene como regla general pisotear la vida en pos de “su” progreso) se ven acorraladas por la tala indiscriminada de los bosques y selvas vírgenes, o la invasión de ganaderos en toda Suramérica, instalando grandes haciendas y grandes campos con plantaciones de azúcar, yerba mate, cafetales en menor grado, procesadoras de sisal etc, dónde sin poder recurrir a ayuda alguna deben arrinconarse a un lado de estas extensiones con solo la ultima alternativa de trabajar en ellas para poder sobrevivir. Otras comunidades como en México y en Colombia terminan recurriendo a las guerrillas por protección, declarándole la guerra a sus gobiernos ya que son los mismos Estados los que los obligan a padecer penurias al no respetar sus derechos humanos fundamentales, como el de la salud, trabajo digno, el respeto de sus derechos culturales, etc.

Esto no debería suceder así, pareciera que más violencia fuera la respuesta a la violencia pero según la organización mexicana Resistencia Creativa que está dando grandes saltos para prevenir estos hechos “Resistir no es aguantar, resistir es luchar, pero no con las armas estúpidas de la propiedad privada, ni con dogmas ni con violencia”, yo agregaría que la lucha debe hacerse desde adentro, con conciencia y amor al prójimo, tratemos de evitar “La ley del Silencio” donde no me meto para que no se metan con migo.
¿A qué nos referimos con trabajo forzoso? Según un profundo estudio realizado por los antropólogos Eduardo Bedoya y su hijo Álvaro Bedoya Silva Santiesteban para la O.I.T., el trabajo forzoso de una persona tiene elementos comunes a las prácticas análogas a la esclavitud, donde un individuo o grupo colectivo se ve obligado bajo algún tipo de amenaza a trabajar para otros. La servidumbre por deudas es la situación más representativa de este caso.
En el período de la segunda guerra mundial y algunas décadas después, el trabajo forzoso impuesto por el Estado o por fuerzas militares era una práctica difícil de combatir, es mundialmente conocido los atropellos sufridos en este sentido por el pueblo judío... pero hoy en día estas prácticas continúan y muchos no son conscientes de eso.
Los sectores más tradicionales sobre los que se observa el trabajo forzoso obligatorio de indígenas es el agrícola (azúcar), el ganadero (estancias), maderero (recolección y tala de árboles en Amazonia), minero (menor grado), industrial (textil y embalaje de productos alimenticios), impuesto por fuerzas estatales o militares, criadazgo (explotación infantil), doméstico y sexual. Uno creería que el trabajo forzoso sexual representaría el más alto porcentaje sobre el total de los casos, pero sólo representa entre un 11 y un 15% el trabajo forzoso agrario y ganadero representan más del 60% de los casos, siendo los hombres jóvenes y adolescentes las víctimas más cotizadas. Entre las formas más modernas de explotación la dirigida a zonas transfronterizas sobre inmigrantes indocumentados es la más preocupante, la realización forzada de horas extras bajo amenazas de despido, en condiciones de insalubridad y bajos salarios son un flagelo común muy poco denunciado. Mendicidad obligatoria y narcotráfico; están relacionadas al crimen organizado y asociaciones ilícitas que aprovechan las tendencias migratorias, falta de documentación personal y analfabetismo; violencia familiar, deserción de niños de sus hogares y pobreza extrema, para llevar a cabo sus planes y obtener sus ganancias.
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BIBLIOGRAFÍA - FUENTE
www.oit.org.pe
“ENGANCHE Y SERVIDUMBRE POR DEUDAS EN BOLIVIA” programa de acción especial para combatir el trabajo forzoso. 2004 O.I.T. Eduardo Bedoya – Álvaro Bedoya Silva Santiesteban
“EL TRABAJO FORZOSO EN LA EXTRACCIÓN DE LA MADERA EN LA AMAZONIA PERUANA” programa de acción especial para combatir el trabajo forzoso. 2005 O.I.T. Eduardo Bedoya – Álvaro Bedoya Silva Santiesteban
“FORMAS CONTEMPORÁNEAS DE ESCLAVITUD EN PARAGUAY” Mike Kaye – Anti slavery International 2006.
“ALIANZA GLOBAL CONTRA EL TRABAJO FORZOSO” – situaciones de trabajo forzoso en Perú, Bolivia y Paraguay. O.I.T.
“UNA ALIANZA GLOBAL CONTRA EL TRABAJO FORZOSO” Informe global con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO. 93.a reunión, 2005. INFORME DEL DIRECTOR GENERAL
“AMÉRICA NO FUE DESCUBIERTA” Nuevo mundo, mundo nuevo. Arturo Uslar Pietri ; selección y prólogo José Ramón Medina ; cronología y bibliografía ensayística Horacio Jorge Becco.
“LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA” Eduardo Galeano.